miércoles, 28 de diciembre de 2016

¿Qué hacer en caso de óbito?

Consejos prácticos para enfrentar la muerte de un familiar cercano.

El fallecimiento de un “ser querido” (que de ahora en adelante será el término que se usará para referirse al recién fallecido) es el tipo de evento que sabemos que puede ocurrir en cualquier momento, sin importar si lo estamos esperando o no, es difícil adivinar el cuándo. Es por esto que aquí se desglosará una serie de consejos que pueden llegar a serle útiles en caso de que por desgracia esto ocurra. Cabe destacar que éstos abarcan sólo aspectos generales, debido a la cantidad de variables que influyen en cada caso, entonces el lector queda en libertad de seguir los que considere necesarios y olvidar, sin ningún tipo de consideración, el resto. Por último, es importante dejar en claro que esta guía no considera ningún aspecto sentimental, como si usted fuera un autómata, esto debido a las distintas formas en cada quién maneja el dolor; eso sí, considere que en muchas ocasiones, durante este proceso, será necesario que el lector deje a un lado sus emociones (o se haga cargo de ellas) para enfocarse en el objetivo principal de este tratado: “¡Seguir adelante, vivo y sin deudas!”.


ANTES

No se puede saber con exactitud la cantidad de tiempo que vamos a disponer antes de enfrentarnos a la eventualidad, por lo que:
  • Ahorre dinero suficiente para solventar los gastos: El monto es relativo y queda a criterio del lector, pero considere que esto no solamente debe incluir los gastos lógicos que conlleva todo el sepelio, sino también gastos de alimentación y transporte. Piense que durante el proceso, nadie en su casa, ni usted mismo, estará dispuesto a cocinar, ni tendrá ganas de hacerlo, por lo que la mayoría de los tiempos de comida (por no decir todos) se harán en un restaurante. Por otro lado, es posible que hayan al menos cuatro personas más, fuera de su núcleo familiar, que lo acompañarán en muy buena parte del desgraciado evento, entonces será importante, como mínimo, devolver la cortesía por medio de alguna invitación a comer, aunque no lo esperen. Finalmente, es importante que dentro de este presupuesto se tomen en cuenta todos los imprevistos que surjan en esos días, por ejemplo, tener que comprar desde pasta de dientes y cepillo porque el almuerzo tenía exceso de ajo, hasta una corbata que dejaste en casas el día del funeral.
  • Consiga un plan de servicios funerarios: Va muy ligado al punto anterior y ayudará a estar mejor preparado en el aspecto financiero. Y no, no es para nada siniestro. Uno de los aspectos a tomar en cuenta es que dicho plan no tenga que ser utilizado por una persona en específico, esto facilitará el proceso en caso de que la muerte de su “ser querido” sea repentina o que no pertenezca directamente a su núcleo familiar. Tome muy en cuenta la localización. Por ejemplo, que la funeraria no quede lejos del cementerio y que sea un punto intermedio y cómodo para que usted y su familia se desplace. No piense en que sea cómodo para las personas que a usted le gustaría que lo acompañen, ellas deberían poder acomodarse. También, evalúe la congestión vehicular en las zonas aledañas; créame, usted no va a querer pasar una hora o más en el tráfico, ya sea en su vehículo o en transporte público, para llegar a la funeraria o al cementerio. Finalmente, averigüe qué ofrece el plan y añada al presupuesto del punto anterior lo que considere que haga falta; por ejemplo, hay ocasiones en que la funeraria no ofrece los bocadillos y las bebidas para las personas que asistan al velorio, por lo que esto debería estar incluido, previamente, en su ahorro para honras fúnebres para no tener que seguir disminuyendo el presupuesto de imprevistos que ya tiene cargado con sus objetos de higiene personal y su corbata.
  • Procure que su “ser querido” tenga su situación legal y financiera al día: Esto casi raya en lo imposible, pero velar porque esto se cumpla ahorrará muchísimos problemas y dinero a mediano y a largo plazo. Es más sencillo (y hasta económico) hacer los trámites legales mientras la persona viva. También, intente tener el conocimiento de las deudas, seguros y ahorros con los que cuenta su “ser querido”; esto ayudará a solventar gastos (incluidas las deudas). Todo esto facilitará la futura conversación incómoda de la herencia, en caso de existir o no; ya que siempre habrá alguien que va a querer parte de lo que el difunto dejó.
  • Perdone todo lo que tenga que perdonar con su “ser querido”, y hágalo con tiempo: Recuerde, lo importante es salir de todo esto vivo, principalmente, y sin deudas; y de todas esas deudas que usted está a punto de adjudicarse, una de las pocas que no va a poder solventar una vez acabado todo, es la de un perdón no dado a tiempo. Aquí estamos en la frontera de lo emocional, pero véalo desde este punto de vista: siempre va a quedar a su lado una persona que usted “ame más” que la que acaba de perecer y a la que usted debe brindar todo el apoyo; se complicarían mucho las cosas si usted guarda un rencor innecesario, y créame, no vale la pena.
Hay muchos otros aspectos a considerar, pero dependen de la relación del lector con el “ser querido”, como por ejemplo: pasar tiempo con la persona, darle las cosas que necesite, etc. Haga llevadero este lapso de tiempo, facilita las cosas durante y después del duelo.

DURANTE

Este lapso es el más definido de los tres, ya que suele durar entre dos y cuatro días, dependiendo del caso, y va desde la tétrica llamada que anuncia la partida de su “ser querido” hasta el día de su entierro. Aunque es una etapa muy corta, es la más importante. Considere que los días se hacen eternos, pero todo pasa demasiado rápido, principalmente porque se duerme muy poco. La clave de este capítulo será, que no importa lo que esté pasando a su alrededor, recuerde SIEMPRE mantenerse en sus cinco sentidos y sea prudente, su “usted del futuro” se lo va a agradecer.
  • Mantenga la calma: No, en serio, mantenga la calma. La noticia es difícil de asimilar, pero no hay mucho tiempo para mantenerse en shock, salga rápido de ese estado. Piense en razones que lo ayuden a hacerlo y consérvelas a mano en caso de ser necesario. Luego, una vez superada esta etapa no cometa la torpeza de interrogar al heraldo de la noticia con un: “¿Es una broma?”, créame, en serio, nadie en su sano juicio bromea con eso. También es un buen momento para liberar algunas emociones, pero con mesura, habrá otros espacios que usted deberá abrirse para esto (más íntimos y suyos), por lo pronto, enfóquese en ayudar a manejar la noticia a las personas amadas que están alrededor suyo, a algunas les va a costar más que a usted, por lo que es importante la prudencia de ahora en adelante. Saber qué decir y cómo decirlo es clave, incluso cuándo no hacerlo, muchas veces las personas que usted ama lo único que van a querer es su apoyo y cariño y no un discurso de quince minutos de las “ventajas” que puede traer la muerte de su “ser querido”, por ejemplo.
  • Organícese y organice al resto: Es probable que de todos los que tengan que pasar por esta desgracia con usted, su mente esté más clara que la del resto, en cuánto a todo lo que hay que hacer y los pasos a seguir, y si no lo es, busque a esa persona. Creen un bosquejo con las tareas que se deben realizar a corto, mediano y largo plazo, y en la medida de lo posible, y deleguen responsables de cada una de ellas a personas de confianza, de manera equitativa y no impositiva, de tal forma que cada quién se sienta cómodo con sus funciones. Piense que usted o la persona con la mente más despejada del grupo es el presidente y necesita de ministros, ¿a quiénes pondría y haciendo qué?, recuerde evitar los sentimentalismos y que “mucho hace el que no estorba”. Por ejemplo: un ministro de honras fúnebres que se encargue de coordinar todos los detalles con la funeraria que se seleccionó previamente, desde el transporte hasta las galletas y el café; un ministro de burocracia que se encargue de estar pendiente de los horarios de las instituciones que requieren papeleos, sacar copias de actas de defunción, etc.; un ministro de comunicación (muy importante) que se encargue de propagar la noticia con los detalles necesarios, a las personas adecuadas, y sea capaz de mantener la dulzura pese a lidiar con la prensa molesta que pregunta cosas repetitivas y necias como: “¿De qué murió?”, “¿Les dejó algo?”, “¿Por qué lo van a velar tan largo?, ¿no encontraron un lugar mejor?”, “La relación de su “ser querido” con Fulanito no era muy buena, ¿qué hace aquí? Yo pienso qubla bla bla…”; tiene que ser paciente para escuchar todo esto y más, y aún así proveer para todos, en medio del dolor, respuestas amables pero cortantes de tal forma que la prensa no se ofenda, pero que no revele todo lo que está pasando, aparentemente un “¡A vos qué te importa!” o un “¡Jalá de aquí metiche!” no son muy bien vistos socialmente hablando. También, debe haber un ministro de alimentación y bienestar físico, ese encargado de parar en los tiempos de comida y mandar a dormir cuando sea necesario, alguien que no le tiemble el pulso para tomar la decisión de que ninguno pase la noche en la funeraria, sino en la casa respectiva. En cuánto a la economía todos deben asumir parte de los gastos que se generen, pero recuerde que los imprevistos, alimentación y transporte son personales, nadie más tiene que pagar por el desodorante que usted olvidó o por su combo de Big Mac agrandado a las dos de la mañana.
  • No tome decisiones importantes guiado por las emociones: Si ha escuchado el consejo de que no hay que hacer compras cuando se tiene hambre, el homólogo, para nuestro caso, es éste. También considere este otro: No haga promesas que después no pueda mantener. El “usted del futuro” le va a agradecer que, pese a todo lo que el “usted del pasado” estuvo pasando y a los sentimientos que tuvo, no tomó ninguna decisión importante durante ese momento. En serio, con prudencia, postergue todo lo posible la toma de decisiones que afecten el bienestar suyo y de su familia hasta que todo esto haya pasado, su cabeza esté despejada y se aclaren todos sus sentimientos (y ojo, esto puede estar relacionado a cualquier evento de su vida, incluso, a alguno ajeno a la situación que está viviendo). Por ejemplo, supongamos que en la casa de su “ser querido” vivía un familiar suyo; sería un mal momento para prometer que usted va a renunciar a la parte de los enseres de su “ser querido” que le corresponden, para que le pertenezcan a ese familiar. No es el momento. Aunque su intención sea buena y no vaya a cambiar de parecer, no es algo que se puede mantener en algún futuro en caso que alguien más se oponga, o que usted mismo cambie de parecer al considerar las deudas que ahora posee, por ejemplo. Sin embargo, siempre puede ser que haya alguna situación específica que no se puede postergar y necesita ser resulta lo antes posible, en dado caso, consulte la situación con todas las personas que puedan estar involucradas y hágalas parte del asunto; ahorrará muchísimos problemas en caso que la solución fallara, ya que no será completamente su responsabilidad. Recuerde, lo importante es la supervivencia.
  • Vista cómodo: Es un tiempo de caminar mucho y andar de un lado para el otro; un traje entero, corbata y zapatos de vestir no ayudan. Por lo tanto, deje los formalismos para el día del funeral, y el resto lo más casual posible. Otro consejo, podría ser el de llevar una mudada extra y tenerla a mano, en caso de ocuparse; muchas veces el desplazamiento hasta su casa, puede ser imposible.
  • Tenga amigos: En esta sociedad moderna en la que vivimos, los amigos suelen ser escasos; sería bueno que usted pudiera contar con los que pueda en esta etapa. Hay momentos de todo esto que, seamos francos, usted no lo va a poder hacer todo solo, entonces, gente de su confianza que lo apoyen, inteligentemente, son un descanso. Esto puede ir desde una llamada, un abrazo dado a tiempo o un chiste, hasta favores más grandes, como salir a comprar cosas o el transporte de un ataúd por todos los Hatillos por alguna razón que se le escapa de las manos. Su cabeza fría, su raciocinio y sarcasmo pueden mantenerlo cuerdo un buen tiempo, pero no sentirse sólo ayuda más.
Existen muchos otros, pero que dependen de la situación, como por ejemplo: Evite a los familiares tóxicos y necios; No se niegue a ninguna ayuda que le quieran dar; no postergue trámites, etc.

DESPUÉS

Seguir de aquí en adelante depende estrictamente de usted, no hay mucho más que aportar, salvo que:
  • Ponga todo en orden, y mientras antes mejor: Sacar cuentas de todos los gastos, limpiar lo que haya que limpiar, repartir las cosas que se dejaron, es un trabajo tanto suyo como de todos los implicados, por lo que mientras más pronto se haga mejor, ya que permitirá aclarar el futuro y la toma de decisiones a corto y mediano plazo. Y siguiendo un poco esa línea, aunque bien podría ocupar otro ítem, sería que, en la medida que le sea posible (y mientras dependa de usted) mantenga una buena relación con el resto de los familiares que le quedan. Al calor del momento, se pueden decir cosas que hieran a los demás, pero no se lo tome personal; comprenda que todos viven la pérdida de una manera diferente, y que algunos tienden a enojarse y decir cosas que no se quieren decir; por lo que perdonar esto y seguir adelante, definirá si después de esto, siguen unidos o no. Muchas veces, con cabeza fría, muchas cosas no parecen tan graves.
  • Comience a sentir de nuevo: La etapa de ser un autómata ya pasó, sus seres queridos lo van a querer de vuelta. Ya es un buen momento para liberar todas las emociones que había estado postergando. Aunque es difícil, escoja el lugar y momento apropiados, antes de que ellos fluyan por sí solos, al final del entierro, barriendo una casa vieja o mientras se escribe una tonta lista de tips para lidiar con la muerte…


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