lunes, 30 de mayo de 2011

¿Que Hacemos con Jesucristo? (1950)

C. S. Lewis

¿Que Hacemos con Jesucristo?" Esta pregunta es sumamente cómica, en cierto sentido, porque en realidad no deberíamos preguntarnos qué hacemos con Cristo, sino qué debe hacer Él con nosotros. Es cómica la imagen de una mosca decidiendo qué hacer con un elefante. Sin embargo, la persona que formuló la pregunta tal vez quiso decir lo siguiente: "¿Como resolvemos el problema histórico que presentan las palabras y los actos conocidos de este Hombre?" El problema consiste en conciliar dos aspectos. Por una parte, en general casi siempre se reconoce la profundidad y sensatez de Su enseñanza moral, y ni siquiera los opositores al cristianismo la objetan. En realidad, las personas muy contrarias a Dios insisten en señalar, cuando discuto con ellas, que están a favor de la enseñanza moral del cristianismo, y al parecer en general existe acuerdo en el sentido de que la verdad moral está presente en su mejor forma y con la mayor pureza en la doctrina de este Hombre y sus seguidores inmediatos. No es idealismo sentimental. Es una enseñanza llena de sabiduría y agudeza, todo es realista y de máxima frescura en ella, producto de una mente sana. Este es un aspecto del problema.

El otro aspecto es el carácter tan sorprendente de las observaciones teológicas de este Hombre. Todos ustedes saben a qué me refiero, y me interesa destacar el hecho de que Jesucristo no hace estas afirmaciones asombrosas sólo en una etapa de Su vida pública. En el momento anterior a Su ejecución, cuando el Sumo Sacerdote le preguntó "¿Quién eres?", Él respondió "Soy el Ungido, el Hijo de Dios increado, y me veréis aparecer al final de toda la historia como juez del universo"(Lucas 22: 67-70); pero, en realidad, estas palabras no son producto de este momento dramático. En su conversación, encontramos con frecuencia este tipo de afirmaciones. Por ejemplo, Él solía decir “Te perdono tus pecados”. Es muy natural que un hombre nos perdone si hemos hecho algo contra él. Si alguien me estafa, robándome cinco libras, es posible y razonable que yo diga “Bueno, lo perdono, no hablemos más del asunto”. ¿Pero qué dirían ustedes si una persona les roba cinco libras y yo dijera “Está bien, lo perdono”? Por otra parte, un hecho curioso ocurre aparentemente en forma casi accidental. En una ocasión, este Hombre está sentado mirando Jerusalén desde lo alto de una colina y de repente hace una observación extraordinaria: “Os sigo enviando profetas y hombres sabios” (Mateo 23: 37). Nadie comenta estas palabras. Sin embargo, de pronto, en forma casi incidental, Él afirma ser el poder que a través de los siglos envía al mundo a los hombres sabios y a los guías. Hay otra observación curiosa. En todas las religiones existen prácticas desagradables, como el ayuno. Jesucristo dice de repente en una ocasión: “Nadie necesita ayunar mientras Yo este aquí” (Lucas 5:34). ¿Quién es este Hombre, que sostiene que con Su mera presencia se suspendan las normas? ¿Quién es la persona que de pronto dice en la escuela que se puede tener medio día de asueto? A veces las afirmaciones sugieren la idea de que Él, el que habla, está libre de pecado o imperfección. Esta actitud es permanente. “Todos vosotros, con quienes estoy hablando, sois pecadores.” En ningún momento el sugiere ni siquiera la posibilidad remota de que puedan hacerle el mismo reproche. También dice Él “Yo he salido del Dios Único antes de existir Abraham, Yo soy” (Juan 8:58), y recordemos que las palabras “Yo Soy” fueron pronunciadas en hebreo, eran el nombre de Dios, que ningún ser humano debía pronunciar, el nombre que ocasionaba la muerte si se mencionaba.

Bueno, ése e el otro aspecto. Por una parte, tenemos una enseñanza moral clara y definida; por otra parte, afirmaciones que si no son verdaderas serían propias de un megalómano, con el cual Hitler sería el hombre más sano y humilde del mundo. No existe una situación intermedia ni paralelo alguno en otras religiones. Si una persona le hubiera preguntado a Buda “¿Eres hijo de Brahma?”, él le habría dicho “Hijo mío, todavía estas en el valle de la ilusión”. Si le hubiéramos preguntado a Sócrates “¿Eres tú Zeus?”, él se habría reído de nosotros. Si le hubiéramos preguntado a Mahoma “¿Eres tú Alá?”, él habría rasgado sus vestiduras y luego nos habría cortado la cabeza. Si le hubiéramos preguntado a Confucio “¿Eres tú el Cielo?”, creo que probablemente habría respondido “Las observaciones contrarias a la naturaleza son de mal gusto”. Es inconcebible la idea de un gran predicador afirmando lo que dijo Cristo. En mi opinión, solo Dios puede decir ese tipo de cosas o un individuo loco de remate, víctima de una forma de delirio que ofusca la mente humana. Si una persona cree ser un huevo cocido, tiene la posibilidad de actuar con sensatez cuando no está buscando una tostada; pero si alguien cree ser Dios, no tiene remedio. De paso, podemos decir que Él nunca fue considerado puramente predicador moral; al conocerlo, nadie tuvo esa impresión. Él producía sobre todo tres efectos: Odio, Terror y Adoración. En la historia aparecen personas que hayan reaccionado expresando una leve aprobación.

¿Cómo podemos conciliar estos dos aspectos contradictorios? Una manera de resolver el problema sería sosteniendo que este Hombre es realidad no dijo esas cosas y sus seguidores contaron la historia con exageración, a raíz de lo cual se llegó a creer que Él las había dicho. Esta hipótesis es poco probable, porque todos sus discípulos eran judíos, es decir, habitantes de la nación más convencida en el mundo de que sólo existía un Dios y no podía haber otro. Sería extraño que esta horrible falsedad respecto a un líder religioso hubiera aparecido en el pueblo de la tierra donde existían menos probabilidades de cometerse semejante error. Por lo contrario, al parecer para ninguno de sus discípulos directos y tampoco para los autores de Nuevo Testamento fue fácil adoptar esta doctrina.

Por otra parte, desde este punto de vista, los relatos sobre este Hombre podrían considerarse leyendas. Ahora bien, en calidad de historiador de la literatura, estoy absolutamente convencido de que los Evangelios son todo menos eso. He leído muchas leyendas y para mí es muy claro que no pertenecen a este género. No son artísticos, tienen poco vuelo imaginativo y no elaboran las cosas en la forma debida. Desconocemos la mayor parte de la vida de Jesús, y lo mismo ocurre con la vida de todas las personas de la época, y al crear una leyenda nadie deja estos vacíos. Con excepción de algunos pasajes de los diálogos de Platón, no conozco en la literatura antigua conversación como las del cuarto Evangelio; no se encuentra ni siquiera en la literatura moderna y sólo aparecen alrededor de cien años atrás, con la novela realista. La historia de la mujer adultera con cuenta que Cristo se inclinó y escribió con el dedo en la tierra. Nada surge a partir de esta escena, nunca una creencia se ha basado en ella. Es moderno el arte de inventar pequeños detalles sin importancia para dar un carácter más convincente a una escena imaginaria. ¿La única explicación de este pasaje es que el hecho ocurrió en la realidad? Simplemente e autor lo señaló porque lo había visto.

La Resurrección es la más extraña de todas las historias. Es muy necesario aclararla. Escuché decir a un hombre lo siguiente: “La importancia de la Resurrección es el hecho de demostrar que la personalidad humana sobrevive a la muerte”. Desde ese punto de vista, a Cristo le habría sucedido lo mismo que a todos los hombres, pero en este caso tuvimos el privilegio de verlo. Por cierto, los primeros autores cristianos no tenían esa idea. Había ocurrido algo nuevo en la historia del universo. Cristo había derrotado a la muerte. La puerta que siempre había estado cerrada se había abierto por primera vez. Este fenómeno es muy diferente a la supervivencia de un espíritu. No quiero decir que en esta época los hombres no creyeran en esa posibilidad. Por lo contrario, creían con tanta firmeza que en más de una ocasión Cristo debió asegurarles que Él no era un espectro. En este sentido, es importante observar que aun cuando creían en la supervivencia, la Resurrección representaba algo completamente distinto y nuevo para ellos. Los relatos de la Resurrección no son una imagen de la supervivencia después de la muerte; son testimonio de la manifestación de una forma de ser totalmente nueva en el universo, tan nueva como la aparición de la vida orgánica. Este Hombre, después de la muerte, no se divide en “espíritu” y “cadáver”, Ha surgido otra forma de ser. Esa es la historia. ¿Qué hacemos con ella?

Nos preguntamos –supongo- si alguna hipótesis da cuenta de los hechos también como la hipótesis del cristianismo, de acuerdo con la cual Dios descendió al universo creado, a la humanidad, y ascendió de nuevo elevándola con Él. La otra posibilidad no es una leyenda, una exageración o la historia de las apariciones de un espectro; es una locura o una mentira. A menos que elijamos la segunda alternativa (y yo no puedo), preferiremos la teoría cristiana.

"¿Que Hacemos con Jesucristo?" No nos preguntes qué hacemos con Él, sino sólo qué quiere hacer Él con nosotros. Debemos aceptar o rechazar la historia.

Las cosas que Él dice son muy distintas a las afirmaciones de todos los demás maestros. Los otros dicen: “Esta es la verdad sobre el universo. Esta es la forma de proceder”; Él en cambio dice “Yo soy la verdad, el Camino y la Vida” (Juan 14:6). Él dice: “Ningún hombre puede llegar la realidad absoluta sin Mí. El que procure conservar su propia vida, la perderá. El que dé su propio ser, se salvará” (Juan 14:7; Mateo 16:25). Él dice: “Si os avergonzáis de Mí, si al oír este llamado miráis en otra dirección, Yo también mirare en otra dirección cuando vuelva nuevamente como Dios, sin velos. Si cualquier cosa os aparta de Dios y de Mí, arrojadla. Si es un ojo, arrancadlo. Si es una mano, cortadla. Si os colocáis en primer lugar, ocupareis el último puesto. Venid a Mí todos los que tengáis una carga pesada, Yo lo aliviaré. Todos vuestros pecados son perdonados, Yo puedo hacerlo. Soy el Renacimiento, soy la Vida. Comed de Mí, bebed de Mí, Yo soy vuestro Alimento. Y finalmente, no temáis, Yo he conquistado la totalidad del Universo” (Mateo 10:32-33; Mateo 18:8-9; Lucas 14:7-11; Mateo 11:28-30; Juan 6:54-56; Juan 16:33). Ese es el problema.



*Capitulo 9 del Libro "Dios en el Banquillo" del escritor irlandés Clive Staples Lewis.

* Sobre la deidad de Cristo, espero le resulte de su agrado.

miércoles, 11 de mayo de 2011

De la ausencia y de ti...

Silvio Rodríguez


Ahora sólo me queda
buscarme de amante
la respiración.
No mirar a los mapas,
seguir en mí mismo,
no andar ciertas calles,
olvidar que fue mío
una vez cierto libro.
O hacer la canción.
Y decirte que todo esta igual:
la ciudad, los amigos y el mar,
esperando por ti.

Sigo yendo a Teté
semana tras semana
¿te acuerdas de allá?
Hoy habló de fusiles
despidiendo muertos.
Yo sé que ella me ama,
es por eso tal vez
que te siento en su sala,
aunque ahora no estás.
Y se siente en la conversación,
o será que tengo la impresión,
de la ausencia y de ti.

No quisiera un fracaso
en el sabio delito
que es recordar,
ni en el inevitable
defecto que es
la nostalgia de cosas
pequeñas y tontas
como en el tumulto
pisarte los pies.
Y reír y reír y reír,
madrugadas sin ir a dormir...
Sí, es distinto sin ti.
Muy distinto sin ti.

Las ideas son balas
hoy día y no puedo
usar flores por ti.
Hoy quisiera ser viejo
y muy sabio
y poderte decir
lo que aquí
no he podido decirte:
hablar como un árbol
con mi sombra hacia ti.
Como un libro salvado del mar,
como un muerto que aprende a besar,
para ti, para ti,
para ti, para ti.



*Canción del sencillo "Pluma en Ristre"(1969). Esta canción, según el propio escritor lo explica es para una bailarina mexicana llamada Velia Ramírez que estableció una relación de amistad con Silvio. El trovador muy entusiasmado con esta joven mujer que regresó a su país de origen, se inspiró en esta canción.