domingo, 26 de junio de 2011

Cuentos Misericordiosos

Escuchados hace mucho, recordados hace poco...

Cuento #1

En un pueblo, de esos pequeños, de antes, con sus cuatro estaciones bien marcadas y atravesado por las líneas del tren, vivía en un padre con sus dos hijos. El padre, viudo desde hacía ya mucho tiempo, era dueño de una granja, no pequeña, a las afueras del pueblo, donde trabajaba con sus hijos todos los días.

Una tarde de tantas, el padre tuvo que abandonar los quehaceres diarios para poder ir a resolver algunos asuntos en la ciudad, dejando a cargo a J su hijo mayor de todo lo correspondiente a los cuidados de la granja. C, el hijo menor, no tardo en mostrar su desencanto ante la designación de su padre y desde ese día se dedico a hacer difícil la vida en la granja. C era una de esas personas impetuosas, que se creen bastante mas listas que los demás, por lo que la autoridad de J y la "falta de confianza" de su padre le corroían el alma.

Las cosas fueron empeorando y justo dos días antes que su padre llegará, C empezó a discutir acaloradamente con su hermano sobre las disposiciones que a diario tomaba y poco a poco la discusión subió el tono y fue llevando a más y más ira acumulada, hasta el punto en el que C hirió de muerte a su hermano con lo primero que se encontró, dejando a J en el piso tirado, agonizando...

Sin saber que hacer, confundido y perdido, C lo único que que atinó hacer en ese momento fue huir. Dejando la granja expuesta a los ladrones y a su hermano convaleciente en el suelo, tomar, sin pensarlo, el primer tren que apareciera en la estación; de sus cosas, tomar lo que pudiera e irse, de todos modos no pensaba en volver nunca, y ¿ Cómo lo iba a hacer si había echado todo a perder en una mañana? ¿Quién lo perdonaría?; y así lo hizo, se fue lejos, con un sacos de culpa, alforjas de rencor y cargadas de homicidio.

Como era de esperarse, la granja arrasada por bandas de forajidos que se llevaron cuanto pudieron, un hijo muerto y el otro desaparecido, fue lo que recibió al padre cuando regresó. De lo ocurrido, se enteró poco después, y con el alma en pedazos y toda una vida perdida se dedicó a la reconstrucción de todo lo que era suyo. Dedicó esfuerzos sobrehumanos para buscar a C y traerlo de vuelta, mandó cables a toda estación de tren, pero todo era en vano, a C simplemente se lo había tragado la tierra...

Pasados algunos años, cansados y de mal vivir, C no dejaba de pensar en como casi inmediatamente después de lo que había hecho, su Padre se había dedicado a buscarlo y eso nunca lo dejo en paz, ¿lo recibiría de nuevo? ¿Era acaso su búsqueda perdón o buscaba vengar la sangre de su hijo mayor?, pero ¿Cómo saberlo? No podía vivir mas lejos de su Padre, su culpa ya no la soportaba y el rencor hacia mucho tiempo se hacía acabado y con mucho temor decidió regresar.

Antes de tomar el tren que lo llevaría a casa, escribió a su Padre una carta: "Arrepentido de todo, dispuesto a enfrentar mis delitos y buscando tu perdón vuelvo a casa... Necesito saber si me has perdonado, porque no puedo vivir mas con esto. Mañana tomaré el tren de regreso, si he obtenido tu perdón coloca algo rojo sobre el viejo roble que está al frente de la casa, el cual puedo ver antes de llegar a la estación, y bajaré y harás con mi vida lo que bien te parezca. Atte: C"

Aterrado de miedo, y esperando el peor de los castigos de parte de la ley del pueblo aunque su Padre lo perdonará, tomó el tren de regreso, buscando redención, perdón y tanto amor ingratamente despilfarrado años antes, y ¿Qué mas podía perder si ya lo había perdido todo? El viaje fue largo y en poco ayudó su inquieta mente, pero no había retorno, pronto se acercaba el instante en que vería el roble con la señal de su perdón, ¿y si no lo había perdonado? Esa opción ni siquiera estaba dentro de los planes, nunca hubo plan B, por lo que simplemente miró por la ventana y lo que vio le sorprendió y lo lleno de lágrimas...

En el roble no había algo rojo, era todo rojo, el Padre buscó cuanta cosa que había en su casa de ese color para ponerla en el árbol, no podía jugársela; y partió hacia la estación de inmediato a recibirle con los brazos abiertos, con cantaros de redención, perdón y una deuda que hacia mucho tiempo estaba saldada...

miércoles, 1 de junio de 2011

Todavía

Mario Benedetti

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría

Palpo, gusto, escucho y veo
tu rostro, tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo

Tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto

Nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa

Sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía

Pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro

Y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido

Y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.