jueves, 17 de julio de 2014

De vez en cuando.

Hoy, después de pensar un rato en los eventos del día, llegué a la conclusión, que sin importar el tiempo que se tenga de no ver a alguien, sólo los amigos de verdad recuerdan que aunque podés tomar cualquier tipo de café preferís que sea negro y con dos de azúcar. Existen lugares que visité hace mucho y debería frecuentar lo más que se me permita, porque llena, como no se tiene idea, escuchar la felicidad de otros y alegrarse como si uno mismo la estuviera viviendo en carne propia; porque en una sala, un poquito más grande de mi cuarto, vive la vida, mi vida,  y mueren los egoísmos cuando se comparten miedos, vivencias y recuerdos, incluso los que me dan pena, cuando este par de oídos sirven para escuchar esperanzas sobre un futuro próximo y nos hace sonreír juntos, aunque sabemos que muchas veces, la mayoría, las cosas no acaban como las planeamos... Decía mi abuelo: "Arrieros somos y en el camino andamos", y sentiría en este momento una pena inmensa si en este "camino" no me hubiera topado con estas personas, pero para dicha del que aquí escribe, nos topamos, aunque sea, de vez en cuando.

"El Libro de los Abrazos" (Fragmentos)

Eduardo Galeano

Quiero comenzar confesando, por este medio y no por otro, que siempre he tenido cierto recelo a leer algo de Eduardo Galeano, pero no por algo en especial, tal vez por más pereza que otra cosa. Resulta ser, que recién acabé el semestre, por lo que, entre mis "rituales de limpieza y purificación" que me son necesarios para recargar fuerzas (así tal cuál se escribe acá), decidí ir a la biblioteca a sacar algunos libros que no había podido terminar y leer otros; entre ellos, estaba "El Libro de los Abrazos" del autor uruguayo y he de decir que me sorprendió de muy buena forma, es cierto que no comparto algunas ideas de las que vienen desarrolladas, pero hasta el momento me ha parecido genial, quizá en muy buena parte porque pese a que es bastante fácil de leer está cargado de metáforas y hasta ironías, en fin, un excelente libro. Acá, y como la mayoría de las veces que no tengo nada bueno que escribir, voy a poner fragmentos de lo que más me ha gustado, espero que también sea de su agrado.

***
La  noche/1

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

La noche/2

Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.

La noche/3

Yo me duermo a la orilla de una mujer; yo me duermo a la orilla del abismo.

La noche/4

Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. 
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna. 
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una.

Celebración de las contradicciones/2

Desatar las voces, desensoñar los sueños; escribo queriendo revelar lo real maravilloso, y descubro lo real maravilloso en lo exacto centro de lo real horroroso de América.
Es estas tierras, la cabeza del dios Eleggúa lleva la muerte en la nuca y la vida en la cara. Cada promesa es una amenaza; cada pérdida, un encuentro. De los miedos nacen los corajes; y de las dudas, las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios, otra razón.
Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día.
En esa fe, fugitiva, creo. Me resulta la única fe digna de confianza, por lo mucho que se parece al bicho humano, jodido pero sagrado, y a la loca aventura de vivir en el mundo.

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Es probable que en algún futuro, no muy lejano transcriba otros.