viernes, 10 de febrero de 2012

De todos modos es viernes en la noche...


Últimamente tengo un poquito más de tiempo libre y con ello, un poco más de inventiva para escribir, no es que lo que a continuación va a leer es una genialidad, de hecho, es sumamente burdo y, lejos de dejar una enseñanza o algo útil a la persona que lo lea, es más bien una manera de que el autor "despeje" su mente, después de una semana un poco pesada, pero no tanto como las anteriores...

Luego de pasar todo el santo día intentando estudiar álgebra lineal, y en serio que lo intenté, sin mucho éxito, me preparé psicológicamente a no estudiar más durante el resto del día, no fue algo que me entristeció, tampoco me liberó del estrés que manejo para ese último parcial, pero hay días en que la mente está muy dispersa y la concentración es casi nula, no hay mucho que se pueda hacer en días como esos.

Mi agenda para un viernes estaba igual de vacía que lo está mi billetera por lo que bajé para ayudar con la cena. Después de un rato de estar picando, lavando y otros quehaceres concernientes a ingerir los alimentos (¡Que complicado que se vuelve algunas veces algo tan rutinario!) me enteré que mi hermana debe ir a un asunto a la Universidad (si, un viernes en la noche) y yo en un arrebato de caballerosidad decidí llevarla, por supuesto que no perdería el rato y me iría estudiar mientras esperaba que terminará, ya que saldría tarde y la zona no es la más adecuada para esperar un bus. Llegamos y me dirigí a la biblioteca, un viernes en la noche (Estimado lector, lo que esta leyendo es verídico, aunque parezca muy poco convincente, esto ocurrió en realidad, soy de esas "almas en desgracia" que no van a fiestas), y como era de esperarse habían cinco personas, las dos bibliotecarias, el guarda, el que acomoda libros y yo, tal vez habían más, no lo sé. Una de las muchas preguntas que tendrás es: ¿Por qué irse a meter a una biblioteca a esas jóvenes horas de la noche? Bueno la respuesta es simple, no hay mejor lugar para entender las cosas complicadas de la vida que en un cubículo de una biblioteca. Es el momento en que se enfrenta la realidad cara a cara, el cuaderno y unos cuantos ejercicios inconclusos te arrinconan contra la silla con la única intención de robarse toda tu atención, y sin alguna escapatoria aparente, porque incluso la señal de tu celular es limitada, comienzas a avanzar en el estudio y poco a poco llegan los concebidos: "¡Ya entiendo!", "¿Esto es tan fácil?","Con razón el profesor estuvo insistiendo en este punto el otro día" y etc. Es una excelente recomendación para alguien, si como el que aquí escribe, tiene problemas para entender la materia vista en clases, no garantiza el éxito, pero si ayuda bastante.

La noche no podía ir mejor, hasta que llegó el guarda a echarme, claramente los bibliotecarios también tienen vida y un viernes en la noche es el lugar menos indicado para pasarlo, luego de una semana que seguramente se tornó larga. Yo tenía un problema, todavía faltaba una hora y no sabía en que, ni donde invertirla... De pronto se me antojó un café, nada mejor que pasar el tiempo con un viejo conocido, volví a revisar mi billetera, como si mágicamente las facturas se hubieran convertido en dinero desde la última vez que me había fijado y efectivamente no fue así, en mis bolsillos habían solo 500 colones (un poco menos de 1 USD) por lo que los cálculos no daban para ese caluroso encuentro, fue entonces cuando se me ocurrió que quería unas galletas, pero no de cualquier tipo, quería una de esas que traen chispas de chocolate, y debajo viene más chocolate, de las "nuevas", las que te deja un saborcito salado al final, vaya Dios a saber por qué, quería de esas, con la mala suerte que al llegar a la tienda estaba ya cerrada, claro, los encargados también tienen vida y más los viernes por la noche...

El tiempo no avanzaba (¡Maldita relatividad!), entonces decidí atravesar la famosa Calle de la Amargura para llegar a una tienda donde de seguro encontraría las afamadas galletas, de todos modos no había nada mejor que hacer. Como le tengo mucha fe a este blog, explicaré brevemente para los amigos internacionales (i.e. No ticos) que me visitan qué es "La Calle de la Amargura". La Calle de la Amargura (calle 3 oficialmente hablando) está ubicada en el distrito de San Pedro de Montes de Oca, al este de San José, muy cercano a la Universidad de Costa Rica donde en cuestión de 4 cuadras hay aproximadamente 14 bares (no creo que sean tantos pero si es exagerado en la relación al tamaño), 5 tiendas con golosinas y cigarrillos, 3 estacionamientos y otras 25 tiendas que operan durante el día, bastante útiles para el sector estudiantil, en fin, unos cuatrocientos metros (Aprox.) muy "pintorescos", a falta de otro adjetivo más adecuado.
Me coloque mis audífonos y empece a caminar. De las muchísimas cosas que me gustan y que no cuestan un solo céntimo, una de esas es caminar, lo podría hacer durante horas (...y lo he hecho) sin sentir ningún fastidio, y más si es en temporada "no lluviosa" como la de este viernes en la noche...

En este trayecto te puedes encontrar de todo. Los que se quedaron después de clases (Más o menos un lapso comprendido entre las 12 m.d. a las 6 p.m.) "tomándose algo", los que salieron del trabajo y se quedaron también, los que vienen saliendo del trabajo, los que van llegando a su trabajo, los que están trabajando, muchachas poco acostumbradas a usar tacones y ropa escasa, muchachas acostumbradas a ambas, y por supuesto no faltará algún "amigo" que viéndolas, no suelte su "folclore" y piropos al viento. Amigos, como los amigos que se reencuentran, que se pelean, que bromean. La música de moda (que no por eso es buena) suena tan alto que "Slide away" saliendo de tus audífonos es opacado en cada paso que das. Ves las parejas de novios, bueno, en realidad ese "espécimen" es más difícil de ver, principalmente por que se camuflan en la oscuridad, intercambiando "acarameladas" frases y risas cómplices, dando besos que duraron toda la vida en llegar, otros que durarán para toda la vida en irse, otros que durarán solo esa noche, como si con febrero no viniera un extra de "miel" como acompañamiento, acortando una noche de viernes de muchas otras (Esta vez, ellos son los que maldicen a la relatividad).

Luego de un rato, me dí cuenta que la taberna que me gustaba, la de los buenos ratos, la única que ponía música decente, la que habían cerrado hace mucho tiempo, ahora es parte del estacionamiento del bar que odiaba, él de la música que odia, al que fui con la gente que odiaba por estar con la persona que quería, donde cambie mi forma de ser por un "Te Quiero" y donde luego escuché, en medio del ruido, como explotó, algo que llamaremos mientras tanto, "corazón", cuando la vi con el tipo que odiaba, si, ese, él que tenía novia, intercambiando "acarameladas" frases, risas cómplices y dando besos que duraron toda esa noche...

No me mal interpreten, no es que estaba extrañando ir a esos lugares, todo lo contrario, esas cosas ocurrieron y fueron "dejadas atrás" hace ya mucho tiempo y aunque nunca fui de frecuentar estos lugares, simplemente las pocas veces que lo hice, preferí uno en lugar del otro, por las razones de arriba y por muchas otras que no vienen al caso, ni son compatibles con el resto del relato.
Mi búsqueda por las galletas continuo y para mi mala fortuna, no habían en la única tienda que pensé que habrían, por lo que escogí otras, no tan buenas, pero galletas al fin y al cabo. Es curioso ver lo que la gente compra. Delante mío, vi a un tipo, bastante corpulento y alto, gastar 7500 colones (como 15 USD) en leche sin lactosa, chicles de yerba buena y cerveza (¡QUE RAYOS!), solo Dios y él sabrían la noche que le esperaba para tan curiosa compra...

De vuelta en el universidad, volví a ver el reloj, implorando que acabará pronto el tiempo de espera, para descubrir que no había avanzado lo necesario. Por lo que me dirigí a uno de los pocos lugares dentro del campus donde sabía que podría encontrar señal de Internet sin contraseña. Viendo un grupo de párvulos recibiendo clases, me di cuenta que sería divertido meterse en una clase cualquiera, preferiblemente de algo sencillo, solo para fastidiar a los "compañeros" con preguntas salidas un poco de contexto o solo sentarse a escuchar las complicaciones que experimentan otros mortales, pero eso lo dejaré para otro momento, quizás busque con quien hacerlo, quizás no lo haga nunca, en dado caso, escribiré algo relacionado en algún futuro próximo, en caso de que se dé.

Después de eso esperé la llamada de mi hermana con ansias, porque ya quería irme, hay otros lugares mejores donde estar un viernes en la noche, ¿no?

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